La máquina trituradora engulle cerebros y en vez de carne picada devuelve palomitas. Pienso para el ganado en que se están convirtiendo los individuos. Es una posible lectura a la pieza que da nombre a Pienso, la exposición que Diego Alonso Moral lanza en La Bottega dell’Arte (Petronila Casado, 18) hasta el 5 de diciembre. Él brinda una mirada más lúdica, un juego de palabras entre el pienso verbo y el pienso sustantivo, pero reconoce que ese tono irónico también se asoma.
Ese tinte juguetón, crítico, ácido y, sobre todo, divertido se sucede en toda la propuesta.
«Es una exposición abierta a cada persona. Yo veo guiños satíricos a determinadas problemáticas como la especulación del suelo o el adormecimiento de la sociedad. Son temas latentes. Si se quieren se ven», comenta el también miembro del colectivo SIO2, quien pinta su muestra con un puñado de nombres: ilustración, cartoon, pop y serigrafía.
Un personajillo se repite en todas las obras que se exhiben en la sala. Diego Alonso se refiere a él como el pequeño obrero que le ayuda a contar sus historias. Forma parte ya de su iconografía y se amolda a sus deseos como si fuera de carne y hueso.
La animación domina la muestra y lo hace en múltiples soportes. Pintura, escultura y grabado.
La mirada poliédrica que Alonso Moral (Burgos, 1985) vuelca en Pienso también persigue su aún corta carrera profesional, que comenzó en las aulas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca. Allí estuvo tres años y se especializó en animación sin obviar el resto de disciplinas.
La capital charra se le quedó pequeña e inició un periplo que lo llevó a Tenerife, Valencia e incluso Chile. Enlazó para ello varias becas. Ayer, tras el anuncio, luego rectificado, de suprimir algunas de estas ayudas, el joven creador defendía su necesidad. Lo hace por experiencia propia, que, se desprende de sus palabras, no pudo ser mejor.
«Para mí formación lo más importante ha sido moverme de un lado a otro y ver los distintos enfoques que hay del arte y de su enseñanza. Ha resultado muy enriquecedor», resalta.
Insiste en que lo suyo es vocacional y no renuncia a su sueño de dedicarse a crear, sin cerrarse las puertas a ninguna disciplina, a pesar de que las circunstancias no son las mejores. «No es cuestión de echarle la culpa a la situación actual. No ayuda mucho, pero pienso que, desde que hace dos años terminé la carrera, poco a poco voy sembrando. Esto es lo que me toca ahora y en algún momento, no sé cuándo, recogeremos una buena cosecha», apunta y confía en ello. «No me queda otra», introduce una nota de resignación en un discurso vitalista y optimista.
Cuento con la suerte de conocer a este grupo de artistas de cerca ,cercanos en amistad y elevados en conciencia, espíritu critico , altas miras y genialidad artística hacen una mistura que configura a SIO2,Un grupo de creadores que pide nuestra descolorada y retraída ciudad,animo a todos que sigan de cerca este controvertido,mixto,inconformista y divertido conjunto de genialidades.
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